sábado, 5 de julio de 2014

Palco de Prensa:Los contrastes.


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TIJUANA, B. C. (SBC).-
Esta semana, los militantes del Partido Acción Nacional, en Baja California, recordaron que hace 25 años, con la ruffomanía, llegaron al poder en esta entidad. Pero, mientras unos celebran, otros lo lamentan. Los contrastes, son marcados.
A los viejos panistas, los veteranos de las guerras ideológicas y luchas callejeras, por aventurarse a militar en un partido que era oposición, lo que les dejó amargos recuerdos, apenas saboreaban las mieles del triunfo electoral, y fueron avasallados por los neopanistas, en su mayoría meros oportunistas, mercaderes de la política.
El parteaguas para el panismo, lo fue el triunfo electoral de Ernesto Ruffo Appel, en 1989, que le permitió llegar a la gubernatura estatal, derrotando a la candidata priísta, Margarita Ortega Villa, con la anuencia y visto bueno de Carlos Salinas de Gortari, considerado el más fuerte y descarado promotor del neopanismo.
Hasta antes de eso, decir abiertamente que eran militantes panistas, era una osadía e implicaba serios riesgos. Eran pocos, casi se contaba con los dedos. En Tijuana destacaban Salvador Rosas Magallón y Héctor Castellanos, por ejemplo.
En días pasados, en entrevista con David Mejía, para Uniradio, Castellanos recordaba con nostalgia y coraje, la transformación que sufrió el partido blanquiazul, a partir del triunfo de la ruffomanía. Reconoce, que los panistas, eran novatos de la política, pero confiesa que “nunca imaginé que los compañeros iban a ser, como son ahora”.
La metamorfosis del panismo, la refiere al describir la personalidad de algunos de los gobernadores panistas : “Ernesto Ruffo Appel, empezó muy bien. Es Senador y sigue peleando los ideales de Acción Nacional. No se ha salido. Héctor Terán, muy buen elemento, desgraciadamente murió”.
Pero al ser cuestionado sobre el gobernador sustituto, Alejandro González Alcocer, yerno de Salvador Rosas Magallón, casi con pena, señala : “…Ahí empezó a cambiar la cosa. Mal. No funcionó y de ahí para adelante…”.
El enrevistador le cuestiona sobre el papel de Eugenio ·Elorduy, José Guadalupe Osuna Millán, y el actual, Francisco Vega de la Madrid. El viejo panista, responde sin rodeos : “La corrupción se desató en las filas del PAN, como partido gobernante”.
Y explica : “La burocracia, que nos dejó el PRI, la tomamos, no se le puede echar a la fuerza. Pero la corrupción está en todo su apogeo y hay impunidad, nada se castiga”.
El entrevistador le regresa al plano de la política local, al cuestionarlo sobre los exalcaldes de Tijuana, Osuna Millán, Kiko Vega, Jesús González Reyes y Jorge Ramos. El viejo compañero de luchas políticas de Rosas Magallón, responde categórico : “Ahí nació, precisamente, la corrupción, desde que ganó el PAN”.
Cuenta que en 89, cuando el triunfo de la ruffomanía, “mucha gente me fue a abrazar y decían : -ahora sí ganamos, ahora nos toca a nosotros…Así, caímos en esquemas iguales que el PRI. Sigue igual la corrupción, ésta es un cáncer. La inseguridad, lo mismo. Todo sigue igual”.
Recuerda, con evidente nostalgia, los tiempos en que el panismo no era gobierno, sino simple lucha de oposición. La época de los riesgos, de las adversidades. Dice que ingresó al PAN en 1960, y refiere que : “un año antes, 1959, fue trágico. La barbarie oficial, acabó con nuestros compañeros. No puedo hablar de muertos, porque no tengo constancias, pero sí de desaparecidos. Fuimos perseguidos y encarcelados”.
Reconoce que a partir de 1989, las cosas cambiaron para el panismo en Baja California, pero observa y lamenta que “no han resultado como hubiéramos deseado, porque hay factores que no habíamos contemplado : la calidad humana de las personas”. A esto agrega que : “nuestros propios compañeros se han corrompido” y comentó que algunos lo califican como “una piedra en el zapato”.
Pero, puntualiza, como para que no lo acusen de enemigo del panismo : “Aclaro, yo no ataco al PAN. Lo defiendo, son mis principios y valores. El PAN soy yo mismo, Critico la bola de pillos que se han colado en el partido”.
Reconociendo el error en que se incurrió, observa : “En 89, abrimos el partido. No debimos haberlo hecho. Si durante 40 años la nómina éramos 120 panistas y subió a 3 mil 500. Todo mundo se volvió panista, y eso fastidió al partido. Se formaron grupos y mafias, y acabaron con el partido”.
Cual si le preguntaran : ¿Y qué hacen los viejos panistas, los panistas de corazón, para evitar todo esto?, reconoce que : “a la gente, le da miedo hablar. Está de acuerdo, pero les da miedo. Yo no tengo miedo, no pasa nada, pero así es la gente”.
Cuenta de su lucha : “somos viejos panistas, pero no es fácil. La corrupción, no solo está en Baja California, es a nivel nacional. Los partidos, no son partidos, son agencias de empleo, y hay una lucha del poder, por el poder mismo”.
Defintivamente, los contrastes del panismo de antes de 1989, y el surgido a partir de llegar al poder en Baja California, son enormes. Antes, eran individuos de condición económica modesta, de vestimenta humilde, de una enorme solvencia moral y una férrea ideología. Hoy, la mayoría son soberbios, han acumulado riquezas, de cuyos orígenes hay hartas sospechas, son frívolos, poco éticos, y carecen de ideología. Su fin máximo, no es servir a la comunidad, sino hacerse ricos. Servirse, con la “cuchara grande”.
Evidentemente, panistas como Héctor Castellanos, no comparten la dicha o motivos de los neopanistas, para celebrar el 25 aniversario de la llegada del panismo al poder en Baja California. A los viejos panistas, prácticamente les da vergüenza, tener que reconocer que el panismo de ahora, y el priísmo, son la misma cosa. Algo así como “la misma gata, nada más que revolcada”.

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