lunes, 13 de septiembre de 2010

'Libertad de expresión y medios de comunicación'

México D.F., 13 de septiembre de 2010. – Mucho se ha dicho que los medios de comunicación juegan un papel sustancial en el desarrollo de la vida de un país. En las sociedades modernas, los medios son las principales instituciones transmisoras de contenidos y percepciones. Son el filtro entre la realidad y la ciudadanía, de donde ésta obtiene la información. Por esta razón su peso en la toma decisiones es toral.
Dentro de este rol central se encuentra la responsabilidad de contribuir al fortalecimiento democrático. La democracia avanza cuando, por ejemplo, los medios evidencian la corrupción en el gobierno y la falta de transparencia. Una de las claves para lograrlo es que en las coberturas prevalezcan la equidad, diversidad, pluralidad, balance, oportunidad y claridad. Asimismo, es su obligación dar espacio a todos los grupos sociales y a todas las fuerzas políticas presentes en el país. Los medios, como afirma John Dinges, representan el derecho que tiene la gente a “saber”.
En la actualidad, la violencia en contra de periodistas ha llevado a muchos medios de comunicación a autocensurarse, lo que representa un ataque a la libertad de expresión que lastima los derechos ciudadanos a estar bien informados. ¿Cómo exigir, en estas circunstancias, que se haga un mejor trabajo de investigación, cuando con esto se pondría en riesgo la existencia de periodistas? La pregunta es: ¿cómo conciliar la vigilancia de los medios de comunicación cuando la libertad de prensa está siendo trastocada? ¿Es posible exigir estándares internacionales de calidad a los medios que están sufriendo el acoso del narcotráfico y las autoridades? Supongo que sí, sólo habría que buscar la fórmula para que hacer un mejor trabajo ayude a la protección de los periodistas.
No obstante lo anterior, hay otras áreas en las que informar no pone en riesgo la vida. Y en donde la vigilancia ciudadana juega un papel importante. En muchos casos, todavía, nos enfrentamos a notas donde la mayoría de las fuentes son anónimas. Con una frecuencia mayor a la deseable, se sigue registrando la mera reproducción de los boletines oficiales, la falta de diversidad de fuentes o trabajos con información parcialmente cierta o sin verificar. También pasa que algunos medios no trazan la diferencia entre información y opinión, o llevan a cabo “investigaciones” sensacionalistas que crean pánico en la población y que no abonan en nada a la discusión democrática.
Además, idealmente, son o deberían de ser un espacio público de debate y de intercambio de ideas, en el cual los ciudadanos puedan participar y donde todas las voces resuenen. Los medios entregan a la ciudadanía los puntos de vista oficiales y reproducen rutinariamente el debate entre líderes políticos. Pero son menos eficientes en crear canales de retroalimentación desde la ciudadanía a los líderes (Dinges, 2008).
¿En qué estamos fallando? ¿Falta de compromiso de los reporteros? ¿Poca exigencia de parte de editores y jefes de redacción? ¿Intereses económicos de los dueños? ¿La falta de profesionalización del gremio por las dificultades para ascender en sus centros de trabajo? ¿O la falta de vigilancia por parte de los ciudadanos? ¿O que la organizaciones de la sociedad civil no han logrado mayor consciencia en la población promoviendo que los ciudadanos sean más letrados en cuestiones de medios (media literacy).
Estoy convencida de que hay una corresponsabilidad entre ciudadanos y medios que tendría que asumirse. Así, los ciudadanos tienen la obligación y el derecho de vigilar la manera en que se desempeñan los medios de comunicación y de mantener una postura crítica frente a la información recibida. Pero además de vigilar deben promover que los periodistas puedan hacer su trabajo en libertad. Y los medios, por su parte, deben buscar mantener su derecho a la libertad de prensa, pero también tienen la obligación de dar a la sociedad los elementos necesarios para tomar decisiones bien informadas y generar contenidos de calidad, asumiendo su rol como agentes democratizadores.
Es importante señalar que la participación ciudadana no es algo sencillo y que se dé naturalmente. Se podría empezar por generar mecanismos que pidan mayor transparencia con respecto a las coberturas. Llevar a cabo ejercicios como el del New York Times, en el que interactuaba con sus lectores acerca de éstas. O como la cadena ABC, que solicitó a una organización encargada de corroborar datos (Politifac.org), vigilar sus programas de discusión política.
Mientras exista más vigilancia ciudadana, mayor libertad de expresión habrá en los medios. Aquí la libertad de expresión partiría de la lógica de que los ciudadanos, en aras de defender su derecho a estar bien informados, promoverían la libertad de prensa y, a su vez, contribuirían a la construcción democrática. La asignatura está pendiente y es, colectivamente, nuestra

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