viernes, 18 de julio de 2014

Palco de Prensa: La Polancacho.


TIJUANA, B. C. (SBC).- Hasta hace algunos años, los centros nocturnos, los llamados giros negros, sitios de espectáculos “sólo para adultos”, así como bares y cantinas, se concentraban en la Avenida Revolución, y los de menor categoría en la tristemente célebre Zona Norte.
Era común identificar o referir a la Zona Norte, ubicada precisamente al norte de la zona central, de la Calle Primera hacia la línea internacional, como zona de tolerancia, lugar donde se localizaban los prostíbulos, y un poco más al centro, el área de la Avenida Revolución, los centros de espectáculos nocturnos.
Estas zonas desarrollaron dicho perfil, por su cercanía con el cruce fronterizo, en principio porque podían llegar hasta ahí los marinos que solían cruzar la frontera y dar rienda suelta a sus impulsos, sin las restricciones que tenían en su país.
Vinieron los tiempos de “vacas flacas” para el turismo y visitantes fronterizos, se desarrollaron otras zonas de la ciudad de Tijuana, nuevas vialidades, áreas comerciales, y los giros negros empezaron a proliferar en lugares distantes de la Zona Norte.
Pero también surgió un fenómeno, fraccionamientos de nivel medio, las llamadas zonas residenciales, sufrieron una transformación, pues sus avenidas  principales se volvieron comerciales y empezaron a ubicar en ellas centros de espectáculos, bares, cantinas o restaurantes con venta de licor.
Podría decirse, que debido la violencia incontenible, a la inseguridad pública, viejos residentes de Tijuana abandonaron las zonas residenciales en las que vivieron durante tantos años y muchos de los antiguos propietarios, aprovechando la ubicación de sus viviendas, las transformaron en centros comerciales o en locales para renta.
Para quienes siguen considerando área residencial, la zona en la que han vivido durante tantos años, algunas por generaciones, han experimentado, con coraje y frustración, la instalación y operación de centros nocturnos, bares, cantinas o restaurantes con venta de licor, sin ningún control.
Claro, resulta incómodo, además de peligroso, el que los miembros de una familia, tengan que presenciar escenas denigrantes, protagonizadas por los que acuden a esos lugares de “diversión”, pues muchas de las veces ocurren en plena calle y sin que autoridad alguna los controle y sancione.
Una de esas zonas residenciales, es la Colonia Madero, conocida comúnmente como Colonia Cacho. Aún viven ahí, familias de nivel medio y medio superior, sumamente conocidas, social y políticamente, al grado que era reconocida área de gente pudiente.
Así mismo, ahí se ubican instituciones educativas de renombre, algunas de carácter privado y otras públicas, pero una y otras sumamente respetables y honorables.
Todo indica, que las cosas han cambiado. De unos años para acá, los regenteadores de centros de espectáculos y de los llamados giros negros, algunos de ellos aparentemente disfrazados, han escogido la Colonia Cacho, para instalarse y operar.
Los residentes de esta zona residencial, están indignados. Con frustración observan que sus reclamos no encuentran eco en las autoridades, que autorizan la instalación de este tipo de “negocios”, donde corre libremente el alcohol, el sexo, el escándalo.
Con sarcasmo, le llaman “La Polancacho”, en referencia a la Colonia Polanco del Distrito Federal, que, aunque guardadas las proporciones, también transformó su perfil residencial en el nido de antreros.
Algunos de los dolidos residentes de La Cacho, están desarrollando una campaña de protesta, a través de los medios de difusión electrónicos. Las redes sociales, medios como Youtube, el Outlook, han sido el conducto para hacer saber su malestar, con la intención de ser escuchados.
A través del correo electrónico  lapolancacho@gmail.com, circulan sus protestas. También han creado una página en facebook : https://www.facebook.com/lapolancacho
Igualmente, en twitter : https://twitter.com/lapolancacho
Algunos videos relativos a los escándalos, los han subido a : https://www.youtube.com/user/lapolancacho
Precisan, que “La Polancacho”, es una expresión ciudadana, sin filiación partidista, ni oficial, además de que observan, que las opiniones que aparezcan en su página de facebook, son personales y no representan a ningún grupo, asociación o comité vecinal.
Es evidente, que la proliferación de los llamados giros negros, ya es incontrolable. Que cada día crecen en número y cuya operación toleran o soslayan las propias autoridades. Obviamente, porque los funcionarios encargados de la autorización y vigilancia de este tipo de establecimientos, no son vecinos de la zona.
Hace años, se llegó a pensar en la posibilidad de cambiar la zona de tolerancia, de la Zona Norte, a algún punto de la periferia de la ciudad. Evidentemente, hoy esa idea ya fue abandonada, no solamente porque los núcleos urbanos ya no dejaron espacios libres y les resulta más cómodo, instalarse en las zonas céntricas, sin importar que eso incomode o moleste a los antiguos residentes.
Los autores de “La Polancacho”, hacen señalamientos, claros y contundentes, como el siguiente : “A los funcionarios no les importa, porque ellos no viven con estos problemas”.
Es innegable, que el acohol y el sexo, es un gran negocio, no solamente para individuos sin escrúpulos, que regentean ese tipo de establecimientos, sino también para los funcionarios –en este caso del nivel municipal- que otorgan los correspondientes permisos y se hacen “de la vista gorda”, ante los excesos e inmoralidades que en ellos se registran.
Hoy es La Polancacho. Al paso que vamos, un día, Tijuana podría convertirse en un enorme prostíbulo. Aunque parezca una exageración, ya casi lo es.
  gil_lavenants@hotmail.com

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