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TIJUANA, B. C. (SBC).-Durante el sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto se ha establecido la reforma educativa con rango constitucional, esto con la intención de que nuestro sistema educativo nacional permita a través de una disposición constitucional brindar acceso a la educación a todos los ciudadanos, no obstante esta resolución no garantiza la calidad educativa ni la igualdad de oportunidades. Al contrario, permite el mantenimiento de un sistema que ha producido rezago en materia de calidad educativa, debido a la mala implementación de los modelos por competencias. Dicha situación está provocando retrasos en los aprendizajes de los alumnos y un pésimo desempeño en las pruebas internacionales. Este sistema sostiene de manera celosa las desigualdades que se han generado en el país por las imprudencias sindicales del SNTE y la CNTE y así como las condiciones de inequidad entre las escuelas públicas de zonas urbanas de clase media alta y las escuelas de las zonas rurales y de la periferia de las ciudades.
Son muchas las voces que desde diversos ámbitos que claman por un verdadero cambio en materia educativa. Los intelectuales, universitarios, padres de familia, han exigido al gobierno una transformación integral del modelo educativo, sin discursos demagógicos ni expectativas inalcanzables. Al contrario se busca un cambio paulatino que permita la modificación de las escuelas normales para posteriormente ir reformando las universidades, dando paso a la creación de un modelo competitivo a nivel internacional pero con una filosofía pedagógica muy propia del país.
De nada sirve un sistema educativo que establezca la educación media superior como básica obligatoria, si es de pésima calidad, por otra parte no tiene sentido el sostener esta estrategia, debido a que tiene como única finalidad el subir los niveles estadísticos de educación en México, para sostener un discurso de progreso. Pero si analizamos de manera detallada los planes y programas así como los conocimientos que adquieren los jóvenes podríamos decir que gran parte de la población estudiantil de las preparatorias y universidades públicas no cuentan con las competencias y conocimientos suficientes para permanecer en el nivel académico en el que se encuentran estudiando.
No podemos generar progreso implementando la universalización de la educación básica, cuando esta no cumple con los más mínimos requisitos de calidad, por otra parte el gobierno destina grandes cantidades a la mala reproducción de conocimientos por parte de los profesores de educación básica, sin embargo ha desentendido de manera significativa la atención al sistema de investigación científica y de desarrollo tecnológico en las instituciones de Educación superior públicas.
Es indudable la necesidad de transformar el sistema educativo mexicano, esperemos que esta reforma sea solo el inicio de un verdadero cambio educativo y no caiga en el tradicional discurso neoliberal de las competitividad económica, porque hemos visto una y otra vez que estas reformas solo han traído un grave rezago en materia de calidad educativa. Porque mientras en nuestro país, un maestro de primaria que no ha demostrado generar conocimiento ni aprendizajes en sus alumnos gane cantidades estratosféricas solo porque tiene influencias y buena capacidad de memorización para lograr avanzar en carrera magisterial, en oposición un investigador de una universidad pública no reciba un salario digno de acuerdo a sus conocimientos y aportaciones científicas, mientras continúen estas condiciones en las políticas educativas, nuestro país seguirá hundido en la mediocridad educativa, por lo tanto continuara la prevaleciente desigualdad económica y el retraso científico. Por último considero que es necesario la aplicación de verdaderas medidas de cambio, más allá de las reformas políticas, porque ya es tiempo que los intelectuales y académicos de las universidades tomen control de la educación en México y no permitan que la capten políticos que solo crean discursos demagógicos que sostienen un sistema de reproducción social y de marginalidad educativa.
Sobre el autor: Francisco Javier Díaz Calderón.
Licenciatura en Psicología en la Universidad autónoma de Baja California
Maestría en educación por CUT Universidad de Tijuana
Especialidad en prevención y tratamiento de adicciones por la UNAM (en proceso)
Diplomado en estrategias de seguridad por el ITESM y el Banco mundial.
Especialidad en Orientación y Desarrollo Humano por el Instituto Humanista de psicoterapia Gestalt.
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