jueves, 9 de agosto de 2012

Hasta que engulle y calcina al Ave Fénix



* La técnica para soplarle a una gota de fuego, ahí en botón, hasta que el volcán se desparrama en explosión
TIJUANA, B. C. (SBC).-
Un flashback se puede traducir del inglés al español como un recuerdo, es como una memoria, es como algo que teníamos olvidado y de improviso lo hemos recordado. Así llegan los tiempos más lejanos, las circunstancias y todo aquello que solamente quien lo ha vivido lo recuerda. La palabra refiere algo rápido, es como un relámpago que te lleva al pasado, es el punto donde nace la memoria. Pero la palabra fleshback es distinta, tiene la misma intención, pero flesh viene del vocablo en inglés que significa carne, y entonces el autor la utiliza para describir aquello cuando nos acordamos de alguien, es cuando cada persona se acuerda de aquellas carnes, de lo que nada más cada persona se acuerda, de lo carnal que identifica a la condiciona humana, a las pasiones de la carne que han existido y que cada quien haya tenido en su propio pasado. Así escribió Bernardo de Jesús Saldaña Téllez su novela “Fleshback´s, caleidoscopios y otros delirios”. Con la influencia de Henry Miller para evocar en su redacción a un pintor, a un poeta, a un escritor. Con sobrado arte y erotismo el siguiente fragmento de novela es un tributo a la mujer, a la literatura que también es mujer:

…Mis entonces amigas, La Coneja, Desire y Ángeles, eran de clase media, de piel casi blanca. Las dos primeras vivían por la escuela vocacional del IPN, la otra por la terminal de los trolebuses, por la terminal de autobuses del sur. También me acuerdo de la cajera en el banco Serfin, ella por sí sola me inspira a escribir todo un ensayo. Además, en aquella zona de la Colonia Educación, por Taxqueña, por allá vivía una señora que para superar los traumas del divorcio comenzó a darme asesorías educativas, era generosa, empeñada en enseñarme el silabario, el catecismo, el abecedario, la letanía, el sistema binario, las constelaciones, el ritmo de las mareas, el palpitar del péndulo, las fases lunares, el álgebra erótico, la técnica para soplarle a una gota de fuego, ahí en botón, hasta que el volcán se desparrama en explosión, hasta que engulle y calcina al Ave Fénix y de sus cenizas vuelve a renacer. A tocar y activar ese bello cuerpo musical generador de toda la humanidad, La montaña del alma; a ser poeta de los pasadizos y escondrijos que no se ven donde hay pena, pero existen; Principia mathematica; la mecánica de los trolebuses; de los submarinos; del ritmo propio del vaivén, Digte og sange; del engrane en forma de media luna que tienen todas las máquinas de hacer tortillas y todas las máquinas para hacer niños, Lo bello y lo triste; del secreto para encontrar agua y saciar las sedes de hombre, la tierra baldía; ahí en donde se juntan, Intermezzo, donde apunta la vara; de La buena tierra; de las Hadas Madrinas dispuestas a regalar tres deseos siempre y cuando el tercero sea volver a pedirlos. Hablo de cuando yo era menor de veinte años y ya me ponía en las manos, a elección, a lección, a erección, Memoria y vida, las herramientas, las técnicas, las palabras mágicas para entrar a universos desconocidos, Silja; desde entrar a cuevas oscuras, llenas de maleza, hasta entrar con la imaginación a Lo digno, al nido donde nace, muere y revive el Ave Fénix; a otros universos, reservados, adentrarse con antorcha, hurgar bajo El ajuar de la novia. Me ofrecía todo un catálogo para escoger como Gente independiente, en El hogar y el mundo: Auto de Fe; Aniara; Un día placentero; Relato de un niño que se crió en Varsovia; Odisea, regreso a Ítaca; El callejón de los milagros; Exponto; El largo viaje; El ruido y la furia; Poemas de consumación; Mirèio; Extraño interludio; Toda la belleza del mundo; El Don Apacible; Quo Vadis?; Cenizas…

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